¡Un halcón en la red!
- Kathy Bonilla
- 28 mar 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 19 sept 2023
Sus ojos intensos, su mirada intimidante ¡un ave temible, un depredador!

El protagonista: un halcón de bosque barreteado.
Al norte del país, en un lugar bañado de la influencia Caribe, se encuentra la Estación Biológica San Gerardo de Monteverde, que forma parte del Bosque Eterno de los Niños. Numerosos musgos colgando de los más altos árboles, de vez en cuando agitados por la fuerza del viento. Una espléndida vista al majestuoso macizo Arenal y su laguna. Las copas de los árboles se encuentran apuñadas formando tapices sobre la topografía, llenas de reflejos y sombras apenas distinguibles. Ahí, en medio de esta inmensa grandeza, en el corazón del bosque húmedo premontano, nos encontrábamos nosotros.
En el corazón del Bosque Eterno de los Niños, Monteverde.
Una corta lluvia había mojado los campos el domingo por la tarde. Aún es marzo y la precipitación se mantiene a raya. La mañana del lunes se levantaba cubierta de nubes que muy lentamente abrían paso al sol. El volcán Arenal, estaba otras veces elevándose imponente, ahora se cubría por completo de nubes que escasamente dejaban ver su ancho pie y su delgada cumbre. Pero a las aves parecía gustarles el escenario, pues brillaban y cantaban desde todas partes del bosques. Las tangaras figuraban como las mayores invitadas al manjar de los Ficus, solo para mencionar algunas: juanitas (Tangara icterocephala), sangre de toro (Ramphocelus sanguinolentus), tangaras cabecicastaña (T. gyrola) y sargentos (R. passerini).
Como parte de una pequeña sesión de redes con fines educativos, instalamos tres redes de niebla a la entrada del sendero Catarata. Antes de la hora del desayuno, nos visitaron algunas especies pequeñas como el mosquerito amarillento (Empidonax flavescens), mosquerito ojimanchado (Mionectes olivaceus) y saltón cabecicastaño (Arremon brunneinucha). Estábamos listos para dar por terminada una exitosa sesión educativa, cuando algo extraordinario sucedió.
Íbamos caminando hacia la primer red, cuando sorpresivamente, un yigüirro (Turdus grayi) pasó volando muy rápidamente sobre esta logrando esquivarla, y en menos de un segundo, otra ave cruzó volando pero esta sí interceptó con la red y quedó atrapada. Tal escenario estaba ocurriendo frente a mis ojos en cuestión de mili segundos por lo que de entrada fue difícil conectar todos los puntos. Cuando mis ojos se comunicaron con mi cerebro, caí en cuenta que en realidad era una rapaz quien acaba de ser atrapada. Mientras tanto, el yigüirro de la historia, se perchó a unos pocos metros de distancia y emitía una llamada de alerta incesante que tardó vario rato.
Corrí rápidamente a recoger mis guantes, pues vale aclarar que las garras de un rapaz son bastante afiladas, como navajas. Qué gran sorpresa y reto para mí, pues manipular un ave grande conlleva su técnica y cuidados. Una vez en mis manos, comprobamos que se trataba de un Halcón de bosque barreteado (Micrastur ruficollis).
Contrario a muchas otras especies de rapaces, los halcones de bosque (como su nombre lo indica) dado a sus hábitos boscosos, se han especializado en ser buenos cazadores en estas áreas densas. Aunque se alimentan de artrópodos, reptiles y pequeños roedores, su dieta también depende de otras aves. Sabiendo esta información, concluimos que iba persiguiendo al yigüirro para darle caza, pero quien terminó interceptado fue él mismo. El yigüirro continuó por vario rato vocalizando, probablemente alterado.
Dado sus comportamientos sigilosos, estos halcones rara vez son vistos (por humanos), pero gran parte del tiempo son escuchados, debido a sus potentes llamados. Por lo que haber tenido su visita en las redes fue bastante inesperado pero muy emocionante. Después de algunos minutos de admiración y enseñanza, fue liberado al igual que las demás aves.
AVISO: Cabe aclarar que es necesario tener entrenamiento previo y permisos para manipular fauna silvestre, de esta manera asegurar la integridad y bienestar de los animales así como la seguridad de los investigadores.
Bueno, ser bióloga en una naturaleza como la de Costa Rica debe ser una gozada. Aquí en España también tenemos algunos entornos de naturaleza hermosos, pero los que están preservados son de pago. Aquí a nadie le importa nada. Un servidor, gracias a Dios, ha pertenecido en su juventud a un club de excursionsimo dónde te metían en vena a sangre y fuego la conservación de la naturaleza: Nada de dejar bolsas de plástico o latas de conservas en la naturaleza. Solo podíamos dejar residuos orgánicos y, además, enterrados. El resto, a la mochila de regreso a casa y, luego, al contenedor de residuos municipal. Así que, cuando nos ibamos, nadie podía saber si habíamos estado allí o no. 😊
Días mágicos en la montaña, una linda anécdota y especie! <3