Canadá: Primeras impresiones
- Kathy Bonilla
- 3 oct 2024
- 4 Min. de lectura
Newfoundland. Octubre, 2024
¿Qué pasa cuando una viene de un pequeño pueblo en un país chico y se muda a una ciudad de un gran país del primer mundo?
Mi pequeño país es Costa Rica, una franjita de tierra en medio del continente americano. En mi pueblo, cerca de la capital San José, la temperatura es casi siempre la misma, alrededor de 25°C durante todo el año. Los cambios más notorios se sienten en marzo, cuando suele hacer mucho calor, o en diciembre, cuando se pone más frío, pero depende del día. No es algo constante. Por eso, en esa zona somos bastante relajados con la temperatura; la ropa que usamos es prácticamente la misma durante todo el año. Eso sí, hay que estar siempre preparado para la lluvia, que puede caer en cualquier momento, y no solo como una llovizna, sino como una lluvia que arrastra hasta las carreteras.
El gran país, por otra parte, es Canadá, o como también se le conoce, el “Gran Norte Blanco” (Great White North). ¡Un país tan grande que caben 195 Costa Rica en él! Actualmente estoy viviendo en la provincia de Newfoundland y Labrador, específicamente en St. John’s, que, aunque no es una ciudad muy grande, es la más importante de la isla.
Como era de esperar, muchas cosas funcionan diferente aquí, pero poco a poco he ido entendiendo mejor. Por ejemplo, me parece curioso que en algunos cruces peatonales el botón para activarlo solo esté de un lado de la calle. Es decir, si estás en el lado opuesto, solo te queda esperar, pero eventualmente el semáforo cambiará para que los peatones crucen. Entonces, ¿por qué existe el botón?
Por otro lado, los precios en Canadá no son tan económicos. En Costa Rica estamos acostumbrados a un costo de vida elevado en comparación con otros países de Latinoamérica, pero aquí los precios pueden ser similares o incluso más altos. Aunque hay algo que sí debo reconocer: al menos en lo que respecta a ropa, la calidad es mejor, y los artículos de marcas reconocidas tienen precios razonables en comparación con lo que costarían en mi país. Aunque es necesario equiparse con mucha ropa para el frío, y ropa diferente para cada estación, lo cual es un importe adicional que se debe considerar.
Mudarse a otro país implica que todo sea nuevo. Yo, por ejemplo, me impresiono al ver y escuchar a los cuervos, ya que, aunque aquí son muy comunes, en mi país no hay. El sonido que hacen parece sacado de una película más que algo natural, pero eso les añade un aire místico. Además, disfruto observar a otras aves como el robin americano, los chickadees y las gaviotas, etc.
Cuando llegué a finales de agosto, aún era verano, así que pude disfrutar de días soleados, salir al patio a meditar, leer y tomar fotos de las aves que llegaban. Pero desde mediados de septiembre, ha ido haciéndose cada vez más frío. Y no es que sea insoportable, pero en mis venas corre sangre tropical, y nunca había sentido ese viento frío en la cara, las manos o cualquier otra parte del cuerpo que quede expuesta. Apenas estamos empezando el otoño, y para el invierno es probable que haya tormentas de nieve y que la temperatura baje de los 0°C o menos. Afortunadamente, aquí todo está calculado. Todas las casas, locales, edificios y autobuses tienen calefacción, así que dentro de ellos no hay problema. El reto es más que nada al salir, ya sea para esperar el bus, caminar o ir al supermercado.
Una de las cosas que más me ha costado es la comida. Extraño mucho la sazón tica. Aunque he intentado cocinar lo que solía comer allá, no ha sido lo mismo. Todo (o muchas cosas) me saben diferente, y no quiero ser exigente, pero ¡qué ricas que son allá! Por ejemplo, con los huevos, la leche y los frijoles han sido todo un caso. Es extraño, porque son alimentos que por sí solos ya tienen sabor, pero aquí no me saben igual.
Cuando escuchaba a otras personas en el extranjero decir que extrañaban el gallo pinto, pensaba "qué exagerados", incluso si llevaban solo unas semanas fuera. Yo llevo más de un mes y desde la primera semana ya lo extrañaba. Es un hecho, los ticos lo llevamos en el ADN. Intenté hacerlo aquí, ya que los ingredientes son bastante básicos: arroz, frijoles y huevo. Parece simple, pero el resultado fue un desastre. Parte del problema es la falta de la famosa Salsa Lizano, que es lo que le da ese toque especial. Nunca me había dado cuenta de cuánto dependía de ella. Sinceramente, creo que mi paladar ya se acostumbró tanto que la daba por sentado, pero ahora se siente su ausencia.
Todo esto me ha hecho reflexionar. Yo vivía en un pueblito pequeño, pero ahí tenía todo lo que necesitaba. Ahora vivo en una ciudad grande de un país enorme, y no puedo encontrar ni siquiera un chorreador con bolsa. Algo tan sencillo como eso no existe aquí, y desde que llegué mis cafés no han sido lo mismo. ¡Es increíble!
Fuera de eso, todo ha marchado relativamente bien. Ya tengo seguro médico del estado, póliza, número telefónico local, cuenta de banco y estoy inscrita en la universidad. Vivo en un barrio muy bonito y tranquilo, con compañeros amables. Y, lo más importante, estoy cumpliendo mi sueño de estudiar y trabajar en comportamiento y ecología de aves.
Eres una campeona Ka. Toda nuestra admiración y cariño para ti. Sigue adelante!!
Grande Kathy! Mi admiración completa y mis mejores deseos para esta etapa 😊.
-Luijo