Un pensamiento silvestre
- Kathy Bonilla
- 29 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 ago
En algún lugar. Junio, 2024.
Si vas a trabajar duro, que sea en tus sueños, y no en cumplir los sueños de otros.

Cuando a mis 18 años llegó el momento de elegir una carrera, no fue como una decisión racional, simplemente, se me reveló. Yo sabía que no quería un trabajo de oficina estándar. Yo elegí un camino más difícil, y no por lo difícil que sea el trabajo, sino por lo borroso y poco estructurado que está en la sociedad: elegí ser bióloga.
Elegí trabajar entre plantas y animales, internada en el bosque, alejada del ruido de la gente. Mi pensamiento, siempre autorreflexivo, se profundizó aún más en ese punto. Empecé a entender la vida desde un contexto evolutivo completamente descentralizado del humano. Y comencé a sentirme una más entre la naturaleza, un ser vivo más, igual a cualquier otra criatura que habita el planeta.
Eso me llevó poco a poco a alejarme de la lógica que sigue la sociedad actual. Somos seres sociales, es cierto. Buscamos la cercanía, la afinidad, y la aprobación de otras personas. No lo niego ni por un segundo. Pero tampoco quiero ser solo una pieza más del sistema actual, ese que mide el valor de cada persona por su productividad, logros, ingresos, capital o poder. Yo quiero medir mi paso por la vida en momentos, experiencias, felicidad, dicha. Quiero poder irme a dormir tranquila cada noche, y que esa sea mi victoria.
Cuando me mezclo con la naturaleza, internada en un bosque, en la isla más recóndita o en la playa más hermosa, los problemas mundanos se vuelven tan pequeños, casi inexistentes. Ahí, ya no importa nada de lo que ocurra en el mundo externo...
Y sé que no todas las personas poseen esa libertad, ni aunque quisieran. Soy una persona privilegiada y afortunada. Pero también es en esos momentos que pienso: en algún tiempo no muy lejano todos vivimos así: no existían fronteras, ni guerras de poder, y viento le soplaba la cara a todos. Voy a decir algo un poco arriesgado: la humanidad ha perdido el sentido de la vida.
Quiero vivir en un mundo donde los mapas no se dibujen con sangre.
Un mundo donde el perdón no sea una debilidad.
Donde los líderes lloren porque han escuchado el dolor de su gente, y no porque temen perder su poder.
Un mundo donde el amor no sea neutral,sino activo, decidido y revolucionario.

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